William Hazlitt en su ensayo Why Distant Objets Please? relacionaba la atracción que inspiran ciertos objetos con su expulsión del ámbito físico y temporal.  El objeto despojado de estas dos dimensiones se trasforma en esencia, en objeto distante.  Estos objetos sin existencia material, objetos mentales conformados por la imaginación se distancian del mundo de las cosas, pero sin abandonar su condición de excrecencias de lo real sublimándose en destilados de un absoluto innominado y efímero. No son deseables por ellos mismos, sino por su ubicación en el nivel del extrañamiento sensorial que les redime de la obsolescencia. Su logro es haber alcanzado una universalidad incapaz de disolver la cualidad de lo individual al haber superado el basamento de la necesidad y la regularidad.

Los objetos distantes son singularidades contingentes con valor universal, una unión finita de la infinitud que no participa de lo mediato o lo inmediato. Nunca fueron apariencias, ni mímesis de la realidad o representaciones de ella, sino una manifestación de las apariciones sensoriales surgidas de la mente del artífice. Su existencia fronteriza entre el mundo físico, la percepción y la intelección configura las hipóstasis de esencias experimentadas al extraer momentos discretos o sucesiones finitas de ellos y escindirlos de la omnitotalidad.

Desde ellos se proyecta la ficción de la perfección porque generan constructos acabados que evidencian la propia dilogía de la consumación y la extinción. El nexo entre el objeto factual y el objeto distante teje una red de relaciones intencionales, creadas conscientemente, que configura una categoría de la causalidad, de la interdependencia en la que se confunden y solapan las conexiones de lo natural y de lo cultural formando estructuras incompletamente determinadas.

En el proyecto «Objetos distantes», mediante diversas técnicas de reproducción, retoque digital e infografía, los objetos parecen haber sido rescatados de un espacio lejano o inexistente, de un instante trasformado en presente permanente. Un fragmento de la totalidad de la realidad que ha sido capturada, fosilizada o congelada. Un residuo que el tiempo no ha logrado arrastrar. Lo relevante es el acto de haber desconectado una unidad discreta y sus posibles extensiones del continiuum estructural, como si se hubiera alcanzado una última parte de la realidad. No obstante, en la aprehensión de su nueva naturaleza permanece irresoluble por qué los objetos distantes mueven las afecciones del alma y son catalizadores de lo intangible, creando realidades conceptuales evocadoras al margen de lo factual.