A mediados de los años sesenta, el estudio de arquitectos William L. Pereira y Asociados proyectó y construyó The Los Angeles County Museum. Edward Ruscha interesado por los motivos arquitectónicos tomó apuntes que le sirvieron para crear su cuadro The Los Angeles County Museum of Art on Fire. Ruscha ya sabía, según sus propias palabras, que “de algún modo iba a asaltar el edificio”. Endloser Teufels – und Tugendkreis es un nuevo paso por la génesis de la obra del artista americano.

La circularidad de Endloser Teufels – und Tugendkreis es un desplazamiento progresivo y regresivo del principio que fundamenta la relación entre la creación y lo creado, la fabricación y lo fabricado; la relación que conecta objeto y valor. El movimiento va de lo económico, donde el valor reside en el objeto en sí, a lo mercantil, que enfatiza el alcance, la reproducción, la cantidad y el consumo del objeto; y de lo mercantil a lo financiero, donde se invierte el sentido de la relación de manera que lo primero es el valor generado por la competencia entre los objetos en un contexto mercantil.

El arte contemporáneo forma parte de esta corriente aunque con ciertas peculiaridades. Ha llegado a lo financiero pero a diferencia de los mercados bursátiles, el del arte es un mercado sin regulación.

El papel de los museos ante esta dimensión del arte contemporáneo en manos de poderosas estructuras financieras queda aniquilado y se trasmuta en una marca comercial vendible como franquicia en cualquier recóndito lugar de la accesible “globalidad“.

Para las Políticas Culturales y sus Industrias Culturales, el arte es una excusa para generar aparato burocrático instituciones, fundaciones, asociaciones que actúan como expedidores de marchamos basados en unos criterios más cercanos a las afinidades o al intercambio de intereses que a cualquier otro tipo de consideración. El valor antes que el objeto. El beneficio antes que la sustancia.

Ruscha asaltó el museo incendiándolo. Él mismo lo explicaba “lo que realmente me interesaba del proyecto [del museo ardiendo] era su perspectiva aérea oblicua. También es importante porque se lee desde la parte inferior izquierda a la esquina superior derecha… y, de repente, aparece esa pequeña llama lateral que da la sensación de que puede envolver todo el edificio”. Richard D. Marshall interpreta el asalto del pintor no como una incitación a la violencia sino como una consideración formal. Quizá la salida de este infinito e infernal círculo vicioso y a la vez virtuoso sea una ruptura violenta de la barbarie cotidiana.