El lugar concebido como receptáculo de lo existente y fundamento del movimiento fue objeto de estudio del físico en la antigüedad. Frente al espacio, el lugar adquiere cualidad de existente y, al vincularse con el cuerpo que lo ocupa, se categoriza como objeto fenoménico. Cuando la significación de lugar se trasladada del orden natural al cultural, la época histórica actúa como embalsamadora del despojo arrojado por la ciencia. El lugar adquiere la condición de depósito y rúbrica de argumentos, de pensamiento atemporal e infinito. Como objeto de pensamiento, el lugar y su contraparte el no lugar se van dotando de una estructura conceptual alejada de la realidad natural. De esta manera, se crea el marco intelectual capaz de albergar todo tipo de hircocervos filosóficos válidos para justificar las teorías más aventuradas de la ultramodernidad.

La correlación entre lugar y materia crea el escenario donde se desarrolla una actividad asociada a valores culturales, artísticos, religiosos, históricos. Las arquitecturas conforman su identidad diferenciadora y contribuyen a reafirmar su solidez e inmutabilidad espacial y temporal. La cualidad y valoración del lugar y, por ende, del territorio surge de la asociación patética de la localización a una atribución cultural. Sin embargo, cuando el enmascaramiento del lugar surge de una actividad banalizadora, antes que desvanecerse adquiere las características de lugar trivial. La identidad dentro del lugar trivial deja de actuar como principio diferenciador para ser un cerco igualador de las entidades reproducidas en él por clonación, iteración y multiplicación.

La vídeo instalación Cloned City participó en la exposición Futuros Posibles, ciclo celebrado en el espacio expositivo del ayuntamiento de Barcelona, La Capella en el año 1999 y fue seleccionado en el Concurso de Artes Visuales Premio Miquel Casablancas en el año 2000. Cloned City contrasta el lugar trivial y el no lugar. El término no lugar utilizado por Certeau en su obra La invención de lo cotidiano y reinterpretado por por Marc Augé, parte de la distinción entre espacio y lugar.

El no lugar de Augé es una porción espacial carente de valor simbólico caracterizado por el tránsito, el trasiego o la habitabilidad temporal: aeropuertos, estaciones, hoteles, parkings, centros comerciales, autopistas… En realidad, no dejan de ser lugares. Su peculiaridad reside en cómo determinan el modo de estar. Un modo de estar por constreñimiento que está determinado por un entorno indiferenciado, replicante, clonado. La identidad en estos lugares triviales es algebraica, establece relaciones de igualdad, de indistinción entre las variables que los ocupan.

La pieza presentada en la exposición Futuros Posibles distingue entre la urbanidad de lo innominado proporcionado por los lugares triviales y la significación profunda de no lugar como la inimaginable región dislocada de lo material. La aporía del lugar del universo, el abismo del espacio extenso en sí mismo sin vinculación con lugar o el desplazamiento de los objetos que lo ocupan.

La vídeo instalación Cloned City establece una conexión entre el lugar trivial y el no lugar a través de los dos elementos que la conforman. De un lado, 64 peanas blancas ordenadas en forma de retícula sobre las que se colocaron modelos de casas de madera blancas a escala SH/10, y por otro, un vídeo bucle montado a partir de 787 dibujos (grafito sobre papel). Los modelos sobre las peanas recrean un lugar trivial y el vídeo bucle reinterpreta el desplazamiento, el viaje cotidiano que enlaza lo exterior y lo interior sin solución de continuidad. Pluralidad y movimiento son, en cierto modo, ilusorios porque ni la identidad caracteriza, ni el trayecto permite un desplazamiento de alejamiento definitivo.

El recorrido ilimitado circula una y otra vez sobre la misma extensión finita en el intento baldío de alcanzar un lugar imposible, inexistente que se convierte en auténtica utopía fuera de la estructura de lo real, de su conocimiento y, en consecuencia, de cualquier posibilidad de representación lingüística. Un trayecto que se repliega en sí mismo erigiendo el no lugar, la inanidad.